Portando como bandera el mismo mensaje que ha estado enviando
desde que con valentía decide no volver a pisar terreno iraquí y
no seguir peleando en una guerra que considera absurda, ilegal e
inmoral Camilo Mejía llegó a Lawrence y se marchó dejando en
muchos la reconfirmación de sus principios que le obligan a estar
en contra de la guerra y en otros el sabor de una historia que
podría estarse repitiendo en muchos hogares estadounidenses
teniendo como protagonistas a jóvenes que son capaces de ingresar
a la milicia sin el debido análisis de lo que esto representa.
Camilo Mejía es un joven inmigrante de origen nicaragüense y
costarricense que emigró en 1994 a esta nación con su madre y su
hermano en busca tal vez como muchos del famoso sueño americano.
De inmediato se inscribe en la escuela nocturna para concluir sus
estudios superiores.
En el 1995 se emplea a tiempo completo en un restaurante de comida
rápida, con la finalidad de ganar dinero con el cual pagar un
colegio universitario.
El deseo de superación, de hacer una carrera universitaria se
alejaban aún más luego de que el gobierno le niega ayuda
financiera por considerar que ganaba lo suficiente como para
pagarla por sí mismo. Y es ahí donde aparece un equipo de
reclutamiento para ingresar a la armada estadounidense, portando
un sinnúmero de informaciones debidamente presentadas en folletos,
que son el modo de convencer a quien desee llegar al Army y
aprovechar la oportunidad de obtener los beneficios de ir a la
universidad sin tener que enfrentar las concebidas limitaciones
económicas.
Mejía realizó dos conferencias en esta ciudad invitado por United
for Justice with Peace y Merrimack Valley People for Peace. En
cada una de sus ponencias, la primera realizada en la Biblioteca
Pública en horas de la mañana y otra en la iglesia Christ United
Methodist, la noche del pasado miércoles, 7 de diciembre, el ex
sargento señaló cada uno de los pormenores que han rodeado su vida
desde que ingresó a las Fuerzas Armadas.
Camilo se alistó en el Ejército de los Estados Unidos y en la
Guardia Nacional para conseguir fondos para entrar a la
universidad. Fue parte del ejercito por siete años y por ocho
meses estuvo peleano en Irak.
El ex sargento tenía 19 años cuando ingresa a las Fuerzas Armadas,
donde sirve como Infante de Marina desde 1995 hasta 1998. Luego
mantiene su contrato como reservista de la Guardia Nacional de la
Florida, el cual concluye en mayo del 2003. No obstante a que al
ser reclutado le manifestaron que su futuro educativo estaba
asegurado, Camilo trabajó como Guardia de Seguridad desde 1998
hasta el 2001 para de esta manera poder pagar el costo de sus
estudios universitarios.
Según Mejía ya en combate fue testigo de la matanza de civiles y
de abusos contra prisioneros.
Al salir de una licencia en Estados Unidos el ex –sargento se negó
a regresar a Irak. Este se entrega a las autoridades en marzo del
2004 y fue condenado a un año de cárcel.
Finalmente fue liberado en febrero del presente año.
Los aspectos más relevantes de la disertación realizada por Mejía
fueron:
Las razones porque él cree que la Guerra de Irak es ilegal e
inmoral; el porqué le molesta profundamente los abusos contra los
prisioneros iraquíes del que fue testigo y el porqué hay que
pensarlo antes de alistarse en el ejército.
Al salir de la prisión Camilo se ha convertido en un mensajero de
la paz y de la justicia y va por diferentes puntos hablando sobre
la realidad que envuelve el ingreso al Army y su decisión de
abandonar las filas de las Fuerzas Armadas por considerar que la
guerra contra Irak está fundamentada en elementos absurdos e
ilegales.
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