Lo que pretendemos en realidad es explorar algunos elementos que
caracterizan o influyen en el comportamiento de la comunidad
latina, para así abrir un diálogo encaminado a dar respuestas a lo
siguiente: 1) Identificar quiénes somos, dónde estamos y hacia
dónde vamos; 2) Cuál es la visión que tenemos para nuestra ciudad
(el potencial); 3) Determinar los recursos humanos conque contamos
para proyectarnos; y 4) la determinación que tengamos para
preparar a los líderes del futuro y marchar hacia delante.
En ese sentido, queremos aprovechar la ocasión para reconocer
el trabajo que han venido realizando personas, organizaciones
privadas y semi-privadas, tratando de identificar el crecimiento y
los logros, así como las carencias de la comunidad latina en el
estado de Massachusetts. Algunas de ellas son: Gaston Institute
at the University of Massachusetts-Boston; Center for Family, Work
and Community at the University of Massachusetts-Lowell; Institute
for Community and Workforce Development, Northern Essex Community
College, y la oficina del Senador Jarrett Barrios.
Primer planteamiento: Todos los indicadores demográficos señalan
que la población latina de Lawrence seguirá creciendo, aunque no
podemos determinar con certeza todavía la intensidad con que lo
hará.
Segundo planteamiento: El crecimiento de la población en Lawrence
y áreas aledañas, es el resultado de una tendencia estatal, así
como nacional.
Tercer planteamiento: La comunidad latina de Lawrence no alcanzará
el poder político, independientemente de su fuerza numérica, hasta
que aparezca una clase dirigente que comprenda su nivel de
desarrollo, los obstáculos que la limitan y ponga en primer plano
los intereses de la colectividad, antes que los suyos propios.
Lawrence es la segunda ciudad de Massachusetts con más latinos, y
la primera con más concentración proporcionalmente. Es la quinta
en la región de Nueva Inglaterra y la única donde los latinos
somos la mayoría. Está en el número 135 entre las ciudades y
pueblos de los Estados Unidos con una población sobre 10,000 en un
porcentaje de residentes latinos.
Este cambio demográfico no es un hecho fortuito. Es un reflejo de
una tendencia poblacional en la cual se predice que para el año
2050, la minoría de hoy, será la mayoría de la población en los
Estados Unidos, constituyendo los latinos el 25 por ciento de la
totalidad. A principios del 1900 la población latina en los
Estados Unidos era más o menos 500,000 habitantes, mientras que
hoy somos 42 millones, convirtiéndonos así, en la mayoría dentro
de las minorías. Y pensar que para 1980 éramos un poquito más de
la mitad del tamaño de la población afro-estadounidense. En el año
de 1990, de cada once personas una era latina, y en el 2000 uno de
cada ocho. Según la proyección demográfica, se predice que para el
2035 de cada cinco residentes uno será latino, para el 2050 uno de
cada cuatro, y para el 2100 uno de cada tres.
¿Por qué en español? Porque el 78 por ciento de la población
latina en Estados Unidos habla español, por ende es la quinta
población hispano parlante del mundo, después de Méjico, España,
Colombia y Argentina.
Todo parece indicar que así como la población latina seguirá
creciendo a nivel nacional como estatal, en la Ciudad de Lawrence
continuará dándose ese proceso en contra del deseo de algunos. Los
latinos seguirán comprando viviendas. Incluso, en sitios
exclusivos como Mount Vernon ya se siente la presencia latina.
Latinos de Nueva York, Boston y otras grandes ciudades seguirán
mudándose para acá, pues la renta o el inmueble es menos costoso
en Lawrence, en comparación con esas grandes urbes. Lo que no
podemos predecir es hasta dónde llegará ese crecimiento debido a
los altos y bajos del mercado de bienes raíces, como resultado de
la crisis económica en los Estados Unidos.
Por otro lado, tenemos también, una incipiente comunidad asiática
en crecimiento aquí en Lawrence. Además, están llegando a
Lawrence, aunque lentamente, blancos no latinos en busca de rentas
más bajas en comparación de las otras ciudades o pueblos de los
alrededores.
¿Se expresa este crecimiento demográfico proporcionalmente en el
campo político? Por supuesto que no. Un ejemplo fue la pérdida del
candidato latino Marcos Devers para la alcaldía de Lawrence, en
las elecciones municipales del 8 de noviembre del 2005. Pese a que
los latinos constituimos el 50.6 por ciento del electorado
inscripto en ese momento -según datos proporcionados por la junta
de elecciones de la Ciudad de Lawrence, sólo votó aproximadamente,
el 29.6 por ciento. En otras palabras, de 16,091 latinos
inscriptos, sólo votamos 4,778.
¿Cómo se explica que en las elecciones del 2004, siendo los
latinos el 49 por ciento de los inscritos, votaran 7,600 latinos
(o sea, 2,822 más), independientemente de que fueran elecciones
presidenciales?
¿Qué se hizo o se dejó de hacer que permitió esto? Eso nos obliga
a hacer una reflexión. Primero, evaluar las estrategias usadas por
el candidato latino y los factores externos que impidieron el
éxito, que no es el objetivo de este trabajo, y segundo,
identificar las causas de la apatía de los latinos en relación al
proceso electoral en general y del 2005 en particular, cuando se
nos escapó una vez más la posibilidad de ver nuestro sueño
realizado como comunidad.
Son diversas las variables que explican la poca participación
latina en el proceso electoral en comparación a los blancos y a
los negros no latinos. A nivel nacional se puede interpretar como
el resultado de un alto porcentaje de la población latina que es
muy joven o no es ciudadana todavía. Sin embargo, esa no es
totalmente la situación en Lawrence, puesto que el 50.6 por ciento
de los inscriptos somos latinos; además, tenemos una población
adulta estable. Eso implica, que debemos buscar las respuestas en
otra dirección. Primero, por qué no participan en el proceso
electoral, y segundo, causas que le impiden cohesionarse como
comunidad.
Algunas de nuestras observaciones son las siguientes: La población
latina en Lawrence no es homogénea; procede de diferentes países
de Latinoamérica, muchas veces con niveles académicos limitados.
Trae además, diversos niveles de experiencia y participación
política dependiendo de la región de procedencia. Eso explica por
qué unos tienen más comprensión del papel del voto en la sociedad
que otros. Otro aspecto a tomar en cuenta es la diferencia de
actitud entre la primera generación y la segunda o la tercera.
Veamos: la mayoría de la primera generación adulta inmigrante no
vino con el objetivo de quedarse, sino para regresar a su lar
nativo. Pero muchas veces las cosas no siempre resultan como las
deseamos. Mucho tiempo después vamos descubriendo que hemos creado
raíces que son muy difíciles de arrancar. El primer ejemplo son
los hijos que se adaptan al medio y no van a regresar después de
cierta edad. Además, nos vamos adaptando tanto al sistema
político-social y económico donde vivimos, que nos resultará
sumamente difícil readaptarnos al país de origen.
Durante ese proceso de adaptación y aceptación de la nueva
realidad, una gran parte de este sector vive más enfocado en la
situación económica-política y social de sus países de origen, que
en buscarle solución a la problemática de nuestra ciudad. Lo cual
no debería ser contradictorio.
Además, muchos latinos se agrupan en partidos o tendencias
políticas de sus países, fundamentalmente los dominicanos,
reproduciendo aquí los mismos conflictos que tienen allá o las
mismas actitudes. Es justo reconocer que esta situación ha
mejorado bastante en los últimos tiempos, como resultado de la
pérdida de credibilidad en los instrumentos políticos que los han
desgobernado.
Otro obstáculo que influye en el proceso de cohesionar la
comunidad latina, es la tendencia de la primera generación de
poner por encima del interés colectivo su chovinismo nacional. No
se ve a sí misma como latino-estadounidense, sino como
puertorriqueña, dominicana, ecuatoriana, guatemalteca, mejicana,
etc. Esta situación crea diferencias ficticias sobre la base de
fronteras que limitan el concepto humanístico-cristiano sobre el
mundo. Peor aún, si intervienen personas que conscientes o
inconscientemente, se convierten en profesionales de la discordia,
alimentando con premeditación ese chovinismo nacional. Esa
separación tiene que terminar.
Eso significa que aquí en Lawrence somos estadounidenses,
lorencianos y latinoamericanos. No permitamos que la ignorancia
nos divida.
Otras limitaciones de la primera generación son las siguientes: 1)
los temores que arrastran fruto de sus experiencias negativas en
sus países de origen, que los conduce a desconfiar políticamente
de sus propios coterráneos; y 2) los que no ven una relación entre
ellos y el gobierno municipal; es más, no le tienen confianza.
Creen que es una pérdida de tiempo. Mientras que aquellos que sí
entienden relativamente el significado del voto, tienen en su
contra diversos inconvenientes: por ejemplo, la subsistencia,
asuntos familiares tanto aquí como en sus países de origen, la
rutina diaria después del trabajo remunerativo, etc. En medio de
todas esas situaciones, ¿creen ustedes que la comunidad latina va
a estar enfocada en una votación si no hay una red de bases que la
mantenga entusiasmada y presta a salir a la calle a votar?
Indudablemente que no.
Identifiquemos a continuación la actitud con relación al voto de
la segunda o tercera generación: En general, los que nacen y se
crían aquí tienen la tendencia a considerarse estadounidenses
primero, y después latinos. Y aunque en determinados momentos se
identifiquen con el origen de sus padres, y se sientan orgullosos
por ello, no expresan el chovinismo nacional de los mayores. Esto
es positivo por un lado. Sin embargo, no expresan una disposición
positiva al sufragio, por cuanto no han sido educados sobre el
poder que tiene su voto, salvo aquellos que por influencia de sus
padres lo ejerzan. Los que han dirigido la ciudad nunca han tenido
la voluntad política para exigir un currículo en nuestras escuelas
que enseñe responsabilidad ciudadana a nuestros jóvenes.
Los jóvenes en sentido general son apáticos a los asuntos
municipales y con razón. En medio de sus limitaciones económicas,
muchos andan buscando oportunidades para poder continuar sus
estudios universitarios. Otros se ven obligados a marcharse en
busca de mejores condiciones de vida y trabajo. Y los que se
quedan aquí no perciben ninguna conexión entre ellos y el
ayuntamiento. Eso implica que debemos identificar las motivaciones
de la nueva generación. Cuáles son sus gustos y explorar los
medios para involucrarlos al proceso de cambios que necesita esta
ciudad.
“Tantos los jóvenes como los adultos piensan que si no van a hacer
la diferencia, para qué involucrarse en la política”. Señaló a
continuación, que la población en general no sabe cómo la política
los afecta y cómo ellos pueden afectar la política. Hizo hincapié
en que si los adultos no se involucran, menos lo harán los
jóvenes.
Ahora bien, de todos los obstáculos que tenemos, el más difícil de
vencer es la tendencia que tienen algunos latinos a votar por el
candidato blanco, independientemente de sus credenciales, debido a
la influencia por tantos años del colonialismo cultural; por ende,
la autoestima es muy baja y no hay una identidad
cultural-lingüística.
Otros prefieren votar por el blanco no latino por la frustración
que traen de los países latinoamericanos como resultado de los
gobiernos corruptos, creyendo erróneamente que en los Estados
Unidos se pueden dar las mismas condiciones de sus países de
origen, donde hay corrupción por doquier.
Tenemos además, un sector minúsculo de votantes latinos que
prefieren a un blanco antes que a un latino que hable el inglés
con acento. Es decir, siendo latinos, discriminan a su propia
gente porque hablan con acento.
Otra situación a destacar es lo que hemos llamado, las
características de la población en tránsito a corto o a mediano
plazo. Me explico: personas que llegan aquí a través de un
familiar, pero tan pronto logran cierta estabilidad se mudan para
otra ciudad o pueblo aledaño. Otras viven un tiempo aquí, pero
después regresan por un tiempo a su país de origen o se mudan
transitoriamente a otra región de los Estados Unidos. Después de
un tiempo regresan. Es decir, su permanencia en esta ciudad no es
estable, lo que significa que no es un voto permanente; sin
embargo, es necesario identificarlos para ayudarlos a mantener una
conexión con la comunidad lorenciana. En cuanto a los de mediano
plazo, estos se retiran de la ciudad definitivamente.
En los últimos dos años hemos observados a decenas de votantes
mudarse de nuestra ciudad. El candidato que no comprenda esto no
podrá ser efectivo. En otras palabras, una parte de la comunidad
latina está en constante movimiento, unos se van y otros vienen o
regresan. Por igual sucede dentro de la misma ciudad. Algunos
cambian de dirección constantemente. Eso crea una gran dificultad,
principalmente, si no devuelven el censo de la ciudad, pues se
desconocerá el paradero de esos votantes.
Por último, otro de los obstáculos que tiene la comunidad es a
nivel de un sector del liderato, con su mentalidad individualista.
Todos percibimos actitudes que tienen la siguiente expresión: “si
no es para mí, no es para nadie”, “soy el Mesías que ustedes
necesitan”, “después de mí, el diluvio”, “sin mí, no hay
posibilidades de éxitos”, “debo ser el primero en llegar”, etc.
Necesita la participación de todo un liderato que asuma la
dirección de esta ciudad. Necesitamos un liderato compartido. Y
este papel sólo lo puede lograr un alcalde latino. ¿Saben el por
qué? Porque sólo el cuchillo conoce el corazón de la auyama o
calabaza. Aquel que conoce a su gente tiene más posibilidades de
ayudarlos a salir de su situación de precariedad. Esta ciudad
jamás podrá avanzar mientras esté dividida por una clase media que
recibe buenos servicios en el sur y otra con bajos ingresos y
pobres servicios en el norte. Si todos estamos interesados en que
esta ciudad salga de la pobreza y la dependencia, es necesario un
liderato que inspire al norte a integrarse al proceso de cambios y
educación que se necesita para colocarnos en el escalón principal.
Que por diferentes medios los ayude a entender cuáles son sus
derechos, pero que a la vez asuman sus deberes y responsabilidades
para con su ciudad, sus vecinos, sus familias, y para consigo
mismos. Esto sólo puede lograrlo un latino que entienda su
idiosincrasia, su cultura, y que pueda comunicarse llanamente con
ellos en su propio idioma. Indudablemente, el mero hecho de tener
un apellino latino, no lo califica como tal, pues si carece de
una identidad cultural-lingüística, jamás podrá inspirar a la
comunidad latina. Eso tenemos que hacérselo entender a los
anglos, si en verdad están interesados en que caminemos juntos por
senderos de confraternidad y progreso.
En comparación a la década del 90, hemos mejorados
sustancialmente, pero no debemos conformarnos con eso. Todavía
falta mucho por hacer. Si queremos avanzar, tenemos que admitir
primero cuáles son nuestras debilidades para encontrarle la
solución. Más aún, si nuestras expectativas para la ciudad son
bien altas. No podemos conformarnos con lo poco que hemos
obtenido, eso es mediocridad. Queremos la excelencia en todo. En
la educación, los servicios, la seguridad pública, las facilidades
deportivas-culturales para nuestros hijos, etc. Para que usted
tenga una mejor idea de la realidad de Lawrence y cuáles son los
desafíos que tendremos que enfrentar para darle solución, les voy
a proveer los siguientes datos:
Lawrence es la ciudad más pobre en Massachusetts y una de las más
pobres en los Estados Unidos.
El número de personas o familias sin techo que buscan refugios ha
aumentado en los últimos cuatro años. Aproximadamente, el 75 por
ciento de los niños en edad escolar califica para los programas de
comidas subsidiados por el gobierno federal; o sea, tres de cuatro
niños en Lawrence viven en condiciones de altos riesgos de
malnutrición.
Según las estadísticas laborales del estado, el desempleo en
Lawrence estaba en un 9.7 por ciento en diciembre del 2005.
Por otro lado, estadísticas del 2004 del Departamento de Salud
Pública de Massachusetts sobre nacimientos en el año del 2002 en
Lawrence, revelan lo siguiente:
1) 62.6 por ciento de los infantes nacidos en Lawrence son de
madres solteras en comparación al 26.8 por ciento de infantes a
nivel estatal.
2) El nivel de alumbramientos por parte de adolescentes en
Lawrence es el más alto en Massachusetts. De cada 1,000 muchachas
entre las edades de 15-19 años, 79.7 dieron a luz, lo cual es tres
veces el promedio estatal que es 22.6 nacimientos por 1,000
muchachas entre 15-19.
3) El 63.8 por ciento de las mujeres de Lawrence que dieron a luz,
en el 2002, dependían de fondos públicos para cuidado prenatal,
comparado al 28.5 por ciento de las mujeres a nivel estatal.
Todavía tenemos un alto índice de deserción escolar, aunque ha
bajado en comparación con la década del 90; por igual, jóvenes que
no llegan a la universidad y si llegan, muchos no terminan. Y los
jóvenes que logran graduarse, eventualmente tienen que marcharse
de la ciudad porque no aparecen por los alrededores, trabajos
apropiados para ellos. Las gangas continúan corroyendo nuestra
juventud. Pese a que la delincuencia ha bajado en los últimos años
en algunos aspectos, las estadísticas del 2004 señalan que los
robos de moradas subieron un 35 por ciento desde el 2002 (382 a
518); los asaltos con agresión subieron hasta un 11.5 por ciento
desde el 2003 al 2004 (262 a 292). Según el FBI, la proporción de
crímenes violentos en Lawrence por 100,000 habitantes fue de 618,
que está por encima de la proporción del estado que es de 459.8
por 100,000 habitantes.
A continuación nuestra primera propuesta: El principal recurso de
Lawrence es su gente, su diversidad, segundo la rica historia de
esta ciudad, y tercero, sus recursos naturales. De estos tres
aspectos podría desarrollarse una industria turística-comercial.
Por igual, debemos integrar nuestra zona comercial más antigua, la
calle Essex, a ese proyecto. Este desarrollo tiene que estar
vinculado a la creación de un centro de bellas artes. Esta
industria necesita un estudio de factibilidad, que no es el
objetivo de esta ponencia.
Otro de los recursos que debemos aprovechar es la educación
superior. Por ejemplo, integrar a Cambridge College y a Northern
Essex Community College a los planes de desarrollo de la ciudad.
Incluso, ser parte de los planes de expansión de dichas
universidades.
Después de toda esta introducción, la pregunta clave sería, ¿y
ahora qué hacemos? Lo primero que debemos entender es que esta
gran empresa no la podemos realizar cada quien por su lado. Que se
necesita aunar esfuerzos y recursos.
Necesitamos un trabajo de equipo. Necesitamos que se destaque el
equipo y no las habilidades de cualquier jugador solitario.
Esta es nuestra segunda propuesta de este día: En ese sentido, hoy
más que nunca, surge la necesidad de integrar un equipo, una
organización, cuya tarea principal sea educar, planificar,
coordinar, dirigir, e identificar y preparar nuevos líderes. Y en
vez de enfocarnos en candidaturas, como ha sido hasta ahora, que
la prioridad principal sea definir la visión que queremos para
esta ciudad.
La visión para Lawrence es hacerla una ciudad modelo en el estado
de Massachusetts, y por qué no en los Estados Unidos, donde se
elimine la cultura de la pobreza y la dependencia; por ende,
logremos que nuestra ciudad no siga dependiendo de las dádivas del
estado.
Para que una comunidad conozca el camino que necesita recorrer
tienen que darse tres condiciones:
1) Tener un sueño, una aspiración como colectividad, visualizar la
ciudad que quisiera para que sus hijos vivan;
2) Tener fe en sí misma, creer que lo puede lograr. Convencerse
que sí se puede. Que sí podemos. Que unidos somos fuertes; y
3) necesita creer en alguien. Son tantas las decepciones en el
transcurso de sus vidas que no confían en nadie.
Relevo de figuras. Necesitamos caras frescas, nuevos aspirantes,
nuevas ideas, nuevas experiencias, nuevos estilos de dirección y
trabajo, nuevas prácticas de cómo hacer política. Llegó esa hora.
Esto no es una lucha entre los que llegaron primero versus los que
llegaron después, sino en quienes puedan interpretar con certeza
las necesidades de la ciudad y buscarle solución. Por igual,
debemos prepararnos para el relevo generacional, pues de lo
contrario no habrá continuadores y, por ende, no habrá futuro.
Nuestros hijos deben aprender de nosotros para que asuman ese
compromiso.
En otra oportunidad ampliaremos sobre el tema, no sin antes dejar
de destacar que no podemos hablar del futuro, si no comenzamos a
construirlo en el presente. La lucha por la defensa de los
derechos y necesidades de nuestra gente, no puede esperar a que
lleguemos a la municipalidad.
Nuestra tercera propuesta es la siguiente: que se convoque para
noviembre a un encuentro con todo el liderato latino. Que no
excluya, pero tampoco se limite a los líderes tradicionales. De
ninguna manera. Estamos pensando en los que el Reverendo O’Neal
llamó la Nueva Cosecha o “ New Crops”, integrada por educadores,
banqueros, policías, bomberos, agentes de bienes raíces,
activistas comunitarios y religiosos, estudiantes, comunicadores
sociales, profesionales académicos de diferentes ramas, líderes
sindicales, etc.
¿Cuál es el objetivo? Discutir una agenda previamente establecida
donde se definan las grandes líneas generales a seguir, que
incluyan pero que no se limiten, la filosofía, la misión y la
visión para Lawrence, y que a la vez se trace un plan general de
participación política.
Nuestra cuarta propuesta es la siguiente: Queremos finalmente
hacer un llamado para que adecentemos la forma de hacer política.
No debemos continuar ofendiéndonos y mancillando la imagen de
otras personas, mucho menos por los medios de comunicación. Los
trapos sucios se lavan en la casa.
En esa dirección, proponemos un pacto de caballeros o hermanos,
entre los candidatos a la alcaldía de una misma tendencia, para
que respalden al que pase a las finales. Además, un compromiso de
todos los candidatos para que hagan su promoción en función de su
plan de gobierno y no destruyéndose los unos a los otros. Eso
significa preparar un reglamento que rija las relaciones entre los
aspirantes. Esa ha sido nuestra quinta y última propuesta.
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